Siempre que alguno de nuestros conocidos nos hace la pregunta de: “¿recicláis en casa?” queremos desaparecer como por arte de magia para evitar contestar, ya que, o bien lo hacemos “a medias”, o los contenedores están demasiado lejos para que nos resulte cómodo hacerlo, o bien nos excusamos diciendo que nos hacemos un lío cuando tenemos que decidir en qué contenedor tiramos cada cosa.
Bien, excusas aceptadas. Nosotros no hemos sido educados en la conservación del medio ambiente, aunque nuestros hijos sí. Ya en muchas escuelas, y desde bien pequeños, se les enseña dónde tirar el papel y el plástico, a llevar el bocadillo en un tupper o a aprovechar al máximo el papel del baño y no derrocharlo. ¿Y qué hacemos en casa? ¿Intentamos fomentar también estos hábitos? En este aspecto, como en todos, todo aquello que se trabaja en el colegio merece la pena que se continúe haciendo en casa, de esta forma, invirtiendo tiempo en ello hacemos que para nuestros hijos la sostenibilidad del planeta sea cosa de todos.
¿Es la sostenibilidad una moda pasajera? Creo que después de numeroso estudios ha quedado bastante claro que no, y que de hecho tenemos una responsabilidad real y moral para con el medio ambiente. De ello dependerán nuestras generaciones futuras. ¿Por qué no enseñar a los niños las repercusiones que puede tener no cuidar nuestro planeta?¿ Por qué no hacer un esfuerzo para dar ejemplo a nuestros hijos de que, como bien decía el “capità enciam”, los pequeños cambios son poderosos?
Convirtamos en un juego el reciclaje, elaboremos con ellos juguetes y utensilios divertidos, démosles premios cada vez que piensen en algo positivo para ayudar a la conservación del entorno. Con ello aprenderán, también, que aunque ellos no obtengan un beneficio inmediato de lo que hacen, el mero hecho de participar supone una pequeña victoria.
Esther.
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