Hoy he tenido la suerte de asistir a la presentación de un proyecto escolar fruto de la libertad de crear aquello que realmente interesa e importa a los alumnos. Magníficas propuestas que ellos mismos han llevado a cabo y han trabajado para conseguirlo. Todas las disciplinas estaban representadas: ciencias, arte, cultura, teatro, sociedad. Los alumnos estaban implicados como nunca y, lo que aún resulta mejor indicador, miles de sonrisas y litros de satisfacción. Las creaciones eran ellos mismos y estaban tan orgullosos de lo que habían hecho que al oírlos en sus exposiciones quedabas profundamente impregnada de esta emoción.
Cuántas veces hemos oído la frase de “atrévete a soñar” y una sensación de libertad nos ha invadido haciéndonos creer en la posibilidad de hacer lo que realmente deseamos. Y, de repente, nuestro juicio nos traiciona y nos dice “¿a tu edad?”, “no debería, es complicado”, “¿qué van a opinar los demás?” y otros pensamientos que acaban boicoteando nuestro propio sueño sin haberlo apenas empezado.
Los niños no tienen de “eso”. Los niños no tienen miedo a ser juzgados, ni por ellos mismos ni por nadie. Nacen libres de pensar, sentir y hacer, aunque poco a poco van aprendiendo (o desaprendiendo que dirían actualmente) a tener que ser políticamente correctos y comedidos.
Es cierto que vivimos en sociedad y debemos aceptar determinadas normas pero, como padres, podemos darles a nuestros hijos un espacio de libertad y creatividad en que se puedan sentir ellos mismos para pensar y crear aquello que sientan. Dejarlos, en definitiva, soñar. Si lo conseguimos veremos que el resultado es fantástico.
Tenía que compartirlo con vosotros, ¡cuán importante es dar ese espacio de creatividad a los niños! Hablad con ellos, conocedles, respetad de vez en cuando sus intereses y acompañadlos en aquellos que quieran hacer. Os contagiaréis de su entusiasmo y, quien sabe, a lo mejor algún día os animáis a cumplir alguno de vuestros sueños.
Esther
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