Hace unos días coincidí en la ferretería con otro adulto que mientras esperaba jugueteaba con un expositor de luces de led, encendiendo y apagando los diferentes colores, al darse cuenta que lo miraba, paró y un tanto avergonzado comentó: «Vaya parezco un niño jugando», a lo que yo le contesté: Y porque los adultos no podemos jugar como los niños?, me miró con una sonrisa y dijo: «Es verdad, voy a probar aquellas otras luces».
¿Porqué los adultos no podemos jugar?
A mi me encanta trepar, saltar las olas en la playa, hacer volteretas, disfrazarme, bailar a lo payaso … en resumen: jugar, pero es difícil para un adulto hacerlo sin que lo miren como si le faltara un tornillo o incluso con miedo. Los adultos forzados, esos que seguiríamos actuando como niños y que la madurez nos ha aportado muchas cosas pero no nos ha quitado la ilusión, las ganas de reirse de tonterías ni de disfrutar a pesar de lo que los otros piensen, se nos hace difícil mostrarnos tal y como somos, la sociedad actual no nos permite saltarnos ciertas reglas y la de deslizarse por los pasillos del hipermercado subido al carrito de la compra como si fuera un patinete es una de las pocas cosas que quedan sin vetar.
¿Por qué no hay parques para adultos en los que podamos subir a un gran tobogán, columpiarnos o colgarnos boca abajo?, ¿por que en la playa no hacemos castillos sin un niño como excusa?, ¿por qué parece que jugar y divertirse de una forma saludable y sin competir está reñido con la edad?
Ultimamente he podido jugar mucho en un par de ocasiones y no sabéis como he disfrutado, la primera fue hace unos meses en un paintball láser, me costó decidirme porque soy 100% pacifista, pero al fin y al cabo era un juego así que me relajé y entré armada con mi chaleco reluciente y mi pistola láser en el laberinto y… qué bien me lo pasé!!! La otra ha sido hace pocas semanas, en una formación de profesores de yoga para niños. Nos pasamos 3 días jugando y aprendiendo las técnicas que después utilizaremos con los niños y fue increíble ver como disfrutamos cada uno de nosotros.
¿Por qué nos cuesta tanto sacarnos la máscara de adultos y dejar salir el niño que llevamos dentro?
Os invito a hacer un poco el loco esta semana: bailar con o sin público, jugar a juegos de niños, hacer un poco el payaso… a ver que pasa.
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