Mens sana in corpore sano

Karma, esa palabra tan de moda

Desde que en los efervescentes años ’60 Occidente ‘descubriera’ la filosofía espiritual oriental, numerosos términos que antes nos eran ajenos se han integrado al habla cotidiana. De la misma forma que vocablos extranjeros como tsunami, jet lag o ¡chapeau! son ya parte del idioma español, la palabra india karma es pan de cada día en la mesa de nuestro lenguaje.

Si bien, en sus primeros pasos occidentales, se trató de una palabra utilizada sobre todo por buscadores espirituales o hippies, la globalización y la industria cultural han convertido a karma en un término de masas.

No importa qué edad tengas, sin duda has escuchado (y con probabilidad, cantado/bailado) alguna conocida canción con esta palabra como protagonista: Comenzando por John Lennon y su famoso single Instant Karma! de 1970, pasando por el transgresor músico Boy George en los ’80, atravesando los populares Radiohead y Robbie Williams en los ’90, hasta llegar a los electrónicos barceloneses The Pinker Tones, ya en este siglo XXI (si quieres escuchar la lista completa puedes clicar aquí).

Asimismo, en el mundo de la TV puede que te suene la no tan lejana serie cómica Me llamo Earl, cuyas cuatro temporadas se centran en un ladrón de poca monta que decide reformar su vida al descubrir la existencia del karma. Si es capaz de provocar semejante cambio, aunque sea en la ficción, la pregunta es ¿qué filosofía hay detrás de este concepto?

Karma es una palabra sánscrita (la lengua sagrada de la India) que significa ‘acción’ y refiere a la “ley cósmica de causa y efecto”. Según esta ley, cada acto que realiza una persona genera una consecuencia correspondiente para sí misma.

Por ende, el karma de una persona es el resultado de sus acciones pasadas, tanto positivas como negativas, las cuales determinan los acontecimientos y la situación de su vida actual. Asimismo, hay que tener en cuenta que cada acción presente que se realiza está generando nuevo karma (bueno o malo) para el futuro.

En cierta forma, la teoría oriental del karma se podría resumir en el sabio proverbio occidental que afirma que “se cosecha lo que se siembra”.

Si admites la validez de este principio, ya sea en su versión oriental u occidental, entonces se deduce una consecuencia directa: Entender lo que te sucede como resultado de tus propias acciones. Es decir, sin responsabilizar a entes externos por los malos resultados pero tampoco considerando que los buenos momentos se deben a la pura ‘suerte’.

En conclusión, si aceptamos esta idea del karma, de que “toda acción tiene una reacción”, entonces sopesaremos con mucha consciencia cada acto que llevemos a cabo, por pequeño que sea, ya que significa que comprendemos que la felicidad está únicamente en nuestras propias manos.

Naren

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