Querer a alguien, ver que sufre y tener la sensación que no le estás ayudando, intentarlo y ver que nada que hagas funciona … qué difícil de llevar.
Muchas veces nos sentimos impotentes cuando una persona a la que queremos pasa una situación difícil y no sabemos como ayudarle. Es posible que hasta sientas que tus propuestas e intentos pueden llegar a agobiar y provocar el efecto contrario al deseado. Porque muchas veces lo que se necesita es tranquilidad y tiempo.
A los que somos llamados a la acción nos cuesta mucho asumir que a veces, no podemos hacer nada, yo estoy aprendiendo con los años y con la ayuda de la gente a la que quiero, que con confianza me transmiten que, a veces, lo que mejor puedes hacer es simplemente estar.
Tengo bien grabada una frase de una de mis hermanas que hace más de una década, cuando ante un problema yo me empeñaba en proponerle opciones me dijo con la sabiduría y sinceridad que le caracterizan “Pati, por desgracia, mi felicidad no depende de lo que tú hagas o dejes de hacer” Y no se si en esa u otra conversación añadió “ a veces toca estar triste”. A menudo vuelven a mi memoria las dos reflexiones y me cuanto me ayudan…
Hace poco he incorporado una tercera, cuyo autor es mi gran amigo Joan Carles Melich y que incluye ensu último libro (una maravilla que os recomiendo “la lectura como plegaria”) lleno de pequeñas joyas como está: “lo importante no es ser sino estar ahí” y la versión 2.0 de la misma tal y como comentábamos hace unos días los dos frente a un café “ lo importante no es ser ,NI HACER, sino estar ahí”.
Transmite a esa persona que estás, incluso para no estar si es lo que necesita, para hacer o no hacer, para escuchar o hablar, o no hacer ni una cosa ni la otra. Que estás a su lado para entender que igual no quiere verte, que no te molesta que no conteste tus llamadas ni mensajes y que seguirás enviándolos pero menos a menudo, adecuándote a su ritmo, sólo para que sepa que sigues ahí.
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