Cuídate con mucho gusto con Astrid Barqué

Somos lo que comemos

Cada molécula de nuestro cuerpo, todo lo que hace que seamos lo que somos, tiene como base un nutriente que ha tenido que ser aportado por nuestra alimentación. Tanto las estructuras que forman nuestro cuerpo (músculos, piel, huesos, células, etc) como todas las funciones que en él se realizan (trasporte de sustancias, control hormonal, producción de energía, control de infecciones, etc), todo, absolutamente todo, necesita de un nutriente determinado que lo haga posible. Por eso, el hecho de que nuestro cuerpo funcione de la mejor forma posible, es decir, que tengamos o no una salud óptima, pasa siempre necesariamente por una alimentación saludable que aporte a nuestro organismo todos los nutrientes que necesita en las cantidades adecuadas. Sin carencias ni excesos. La salud de nuestros órganos, nuestros ciclos hormonales, nuestro nivel de concentración y hasta nuestro estado de ánimo depende de nuestra alimentación. Veamos algunos ejemplos.

Los hidratos de carbono, aportados fundamentalmente por la fruta y los cereales, nos aportan energía en forma de glucosa que el cuerpo puede utilizar de una forma fácil y sin producir productos de desecho tóxicos. El cerebro utiliza la glucosa como combustible, así, unos niveles de glucosa estables en sangre nos ayudarán a mantener nuestra concentración.  Por ello deben formar parte de nuestra dieta diaria.

Las proteínas (presentes en carnes, huevos, pescados, quesos, legumbres y frutos secos) son necesarias para formar las estructuras de nuestro cuerpo, como los músculos, la piel, los tendones, los tejidos, etc. Además tienen una función reguladora, ya que forman parte de hormonas y enzimas, que son las moléculas encargadas de regular y controlar todas nuestras  funciones corporales. Por ejemplo, los alimentos ricos en triptófano (un aminoácido), nos ayudan a inducir el sueño por la noche y mejoran nuestro estado de ánimo, pues son precursores de serotonina, la «hormona del bienestar».

Las grasas tienen varias funciones; pueden servir como fuente de energía, forman parte de las estructuras de nuestras células y también intervienen en la regulación hormonal. Cada vez se sabe más de las grasas y de su papel fundamental en la salud, que va mucho más allá de su implicación en el peso o en la regulación de los niveles de colesterol, aunque ya hablaremos de ellas más adelante.

Las vitaminas son fundamentales en la regulación de los procesos metabólicos, actuando como catalizadores de las reacciones bioquímicas, que quiere decir, ni más ni menos, que son las que permiten que esas reacciones se lleven a cabo. Por eso, sin vitaminas, aparece la enfermedad, como por ejemplo  anemia y trastornos neurológicos en déficit de vitamina B12, o acné, dermatitis y artrosis si hay falta de vitamina B6.

Los minerales tienen función estructural y reguladora, así, por ejemplo, el calcio forma parte de huesos y dientes, y participa en la contracción de los músculos y en la transmisión del impulso nervio, entre otras funciones.

Como veis sobran razones para decidirse a darle a la alimentación la importancia que se merece. Y no se trata de obsesionarse, sino de ir haciendo pequeños cambios para que nuestra dieta sea lo más saludable posible y así estaremos cada día más sanos y más felices. La buena noticia es que nuestra clásica Dieta Mediterránea, además de ser deliciosa, ha sido probada científicamente como una de las más saludables del mundo.  

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