Cuentan que, en el Indostán, determinaron seis ciegos estudiar al elefante, animal que nunca vieron.
(Ver no podían, es claro; pero sí juzgar, dijeron)
El primero se acercó al elefante, que en pie se hallaba. Tocó su flanco alto y duro; palpó bien
y declaró: El elefante es ¡igual que una pared!
El segundo, de un colmillo tocó la punta aguzada y sin más dijo: ¡Es clarísimo!,mi opinión ya está tomada:
Bien veo que el elefante es ¡lo mismo que una espada!.
Tocas la trompa el tercero y, en seguida, de esta suerte habla a los otros: Es largo,redondo, algo repelente…
¡El elefante – declara – es ¡una inmensa serpiente!.
El cuarto, por una pata trepa, osado y animoso; ¡oh, qué enorme tronco! -exclama.Y luego dice a los otros:
Amigos, el elefante es ¡como un árbol añoso!.
El quinto toca una oreja y exclama: ¡Vamos, amigos, todos os equivocáis en vuestros rotundos juicios!,
yo os digo que el elefante es ¡como un gran abanico!.
El sexto, al fin, coge el rabo,se agarra bien, por él trepa…:¡Vamos, vamos, compañeros; ninguno en su juicio acierta!.
El elefante es…, ¡tocadlo!, una soga… Sí, ¡una cuerda!.
Los ciegos del Indostán disputan y se querellan; cada uno está seguro de haber hecho bien su prueba…
¡Cada uno tiene un poco de razón… y todos yerran!
Sucede así cada día en bastantes discusiones; quienes disputan, cada uno piensa justas sus razones.
Y discuten, juzgan, definen sin más,¡a un elefante que no vieron jamás!
John Godfrey Saxe I
El otro día me explicaron este «cuento» y me hizo pensar en la de veces en las que actuamos como este grupo, interpretando la realidad a partir solo de una parte de la información o discutiendo de algo que realmente no conocemos en su totalidad como si tuviéramos la verdad absoluta.
http://www.youtube.com/watch?v=Cnb4Sp363DQ&feature=player_embedded
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